Caminamos más de 45 minutos colina arriba y nos encontramos con la gloria: una vista panorámica del rio dividiendo ambas ciudades; Buda y Pest.
Ya no queríamos nada, teníamos los pies deshechos y negros, las piernas entumidas, la piel calcinada, los labios secos, ah! pero habíamos obtenido una muy merecida recompensa.
En Buda...
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